Greco. El
    [950](1541-1614)

 
   
 

 

   Nombre popular del genial artista Doménikos Theotokópoulos, el que mejor supo entender y desarrollar el estilo manierista y uno de los más originales de toda la historia del arte religioso occidental.
    Nació en 1541 en Candía, actual Heraklion, capital de Creta, que entonces pertenecía a Venecia. De familia adinerada, recibió buena educación. Como pintor, se formó en el taller de Juan Gripiotis, pintor local. Llegó a tener cierto prestigio en la región. Pero su carácter in­quieto le movió a buscar fortuna en la Corte española.
   Primero pasó a Venecia en Enero de 1567, donde vivían unos 4.000 griegos y en donde probablemente trabajó durante algún tiempo en el taller de Tiziano. Es posible que allí recibió también influen­cias de otros maestros, como Tintoretto, Veronés, Bassano. Marchó luego a Ro­ma donde pasó unos siete años.
    En Roma mantuvo importantes relacio­nes e hizo amistades. En las tertulias de un amigo, Fulvio Orsini, en el Palacio Farnesio, entabló amistad duradera con algunos españoles, sobre todo Luis de Castilla, joven clérigo e hijo del deán de la catedral de Toledo.
    Hacia 1575 Doménikos determinó su partida para Toledo, por conse­jo de esos amigos. Pensó ofrecer sus servicios en el Monasterio de El Escorial, que se estaba construyendo y tenía fama de acoger artistas nuevos.

    A Toledo llegó en 1577, después de pasar algún tiempo en la Corte de Madrid. Recibió los dos primeros encargos provenientes del padre de su amigo Luis: "El Expolio de Cristo” y los “retablos del convento de Santo Domingo el Antiguo”.
    De nuevo en Madrid, realizó algunas obras para el rey Felipe II: "La Alegoría de la Liga Santa" y "El Martirio de San Mauricio", obras que no fueron del agrado del monarca, por lo que determinó regresar a Toledo, donde se instaló en un taller de su propiedad y donde en adelante vivió, pintó y triun­fó.
    Su prestigio fue grande y sus amistades muchas. Los encargos abundaron y sus obras resultaban geniales. Allí formó una familia, por la relación con Jerónima de las Cuevas con la que no contrajo matrimonio, tal vez por estar él ya casado en Italia. Nació su hijo Jorge Manuel en 1578. Quedan pocos datos al respecto, pues su vida personal se mantuvo siempre en la más discreta reserva. Su hogar en Toledo estuvo en un viejo pala­cio gótico-mudéjar propiedad de los marqueses de Villena, hoy destruido.
    En su próspero taller trabajaron amigos y socios como Jorge Manuel, Luis Tris­tán, Pedro de Orrente, Antón Pizarro, Pedro López y los escultores Miguel González y Giraldo de Merlo.
    Los precios cobrados por las obras que realizaba eran elevados para lo que acostumbraban a pagar los espa­ñoles. Ello le provocó numerosos litigios, como en los casos de "El Expolio", "El Entierro del conde Orgaz", Y en los "Retablos del Hospital de la Caridad", de Illescas. Pero el trabajo, y el dinero, no le faltaba.
    Su vida fue un tanto licenciosa, en fiestas y convites, por lo que nunca salió de cierta discreta pobreza. Mantenía músicos asalariados en su casa. El escritor Pacheco diría de el que "era extraordinario en todo, y tan extravagante en sus pinturas como en sus costumbres".
    Su clientela se fue afianzando y exten­diendo. Su original estilo y sus figuras estilizadas le daban cierta notoriedad y provocaba la curiosidad y la emulación. La desproporción en los tamaños, los co­lores violentos y vibrantes, fuertes escorzos que resultaban sugestivos y ofrecían vitalidad, los detalles de las figuras: miradas, gestos, adornos, modales, le hacía interesante para la señorial sociedad toledana.
 


 
 
 

 

 

   

 

 

  Falleció el 7 de abril de 1614 a la edad de 73 años y fue enterrado en Santo Domingo el Antiguo. Días antes había otorgado un poder a su hijo para que pudiera hacer testamento en su nombre y a quien declaró su heredero universal.
    Al margen de su vida liberal de artista, las obras del Greco que­darían como modelo de piedad y como estímulo para excelentes catequesis con sólo describir sus cuadros llenos de enseñanzas. Con sólo mirar: "La Adoración de los pastores","La coronación de María" ,"Apocalipsis", "La visitación", "La Stma. Trinidad"  se puede explicar una lección magistral de la más sana teología. Y es que el Greco se inspiraba en los más fieles libros cristianos: Los Padres, La Biblia, Sermo­narios y Devocionarios, que llenaban su Biblioteca y que con frecuencia leía para obtener inspiración.